Desplomado en el suelo, inmóvil. Nunca se borrará esa imagen de mi cabeza, tres cuartos de horas de agonía para que todo acabe con una simple llamada de teléfono en la que se decía que ya no hacía falta una ambulancia. Explosión de emociones, tristeza, llantos, frustración, melancolía, todo a la vez.
A veces a la vida le da por arremeter con uno de estos golpes, después de un partido de fútbol, después de que comenzaran las fiestas en el pueblo, a los pocos minutos, sucedía lo que ojalá nunca hubiera ocurrido.
Pijero D.E.P.
lunes, 11 de agosto de 2008
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